Parejas desdichadas: Cuentos breves

  1. Dos no podían constituir el mundo, excepto durante los primeros tiempos de una relación que en buena hora se había dado y convenía celebrar, porque le otorgaba sentido a la vida de ambos, pero no por eso perduraría. Lo que vino luego, en ciertos casos, solo fue el empecinamiento compartido por demostrar que desafiaban cualquier norma.

    Saul Steinberg: Dibujo

    Saul Steinberg: Dibujo

  2. Uno de los dos no sabía cómo seguir viviendo solo y el otro no estaba dispuesto a soltarlo, porque sabía que iba a costarle demasiado encontrar a alguien dispuesto a soportar lo que fuera, por temor a lo desconocido. Todo permitía suponer que seguirían juntos, hasta que la muerte les hiciera el favor de separarlos.
  3. De acuerdo a los antecedentes de ambos, no hubieran debido reunirse nunca, pero ya se sabe que el azar todo lo combina. Cada uno aportaba a la pareja su propia historia desdichada, que no anunciaba nada mejor. Bastaba el menor descuido, para que la relación construida con tanto cuidado prometiera derrumbarse. ¿Cómo se vive ante las amenazas repetidas de desastres?
  4. Solo se tenían el uno al otro. Por lo tanto, recibían los golpes del infortunio sin intermediarios que los atenuaran o prolongaran. No podían argumentar que se esforzaban en permanecer juntos por nadie más que ellos. Si continuaban esa vida, era porque se necesitaban.
  5. El amor se había desgastado. La piedad también. Hubieran podido apostar a ser amigos, pero el rencor era más fuerte. Cada uno le había arruinado la vida al otro. Por eso iban a cobrárselo, permaneciendo juntos.
  6. Era difícil evaluar si ella se sentía tan segura de sí misma que arriesgaba su matrimonio al mostrarse tan desconsiderada con él, soltando todo lo que se le venía a la boca, o si estaba tan deprimida que solo buscaba liquidar la relación. Fuera por lo que fuera, no tendrían happy end.
  7. ¿La alegría de estar juntos puede recuperarse, después de haber comprendido el daño que se hicieron? Ellos no lo creen y tampoco lo intentan. Probablemente les asusta la mera posibilidad de no entregarse por completo a la pena que los inunda.
  8. Amarse había sido tan bueno, que la amistad que sobrevino solo podía verse como la decadencia de aquella relación, aunque fuera precisamente la prueba de que había entre ellos algo más que la excitación inicial.
  9. Cuando apenas se conocían, las limitaciones inevitables de cada uno resultaban irrelevantes para el otro. Por eso se sedujeron. En la actualidad ya no convencen a nadie las máscaras que entonces utilizaban.
  10. Había llegado a temerle. Si la muerte lo esperaba, le llegaría de manos de ella, que decía amarlo. Morir no era la peor, sino saber que ella lo utilizaría para culparse, una vez que hubiera muerto.
  11. Después de cierto tiempo de vida en común, ya no esperas que te amen sin cuestionarte. Con que te toleren te conformas. A veces, tampoco ese mínimo se encuentra disponible y sigues en pareja para con tal no estar solo.
  12. Hacer feliz a la pareja es una de las tareas más difíciles que puedan plantearse. La desdicha o el aburrimiento son las otras alternativas posibles.
  13. Recuerdan haber sido felices juntos. Incluso recuerda que ambos lo sabían. ¡Qué lejos parece haber quedado eso! Ahora les ocurre con más frecuencia que se miran, conmovidos por la solidaridad en la desgracia que uno al otro se causan.
  14. Después de tantos años de vivir juntos, sus recuerdos de la existencia en común diferían tanto que parecían provenir de otros personajes, que ni siquiera se hubieran conocido. Ella recordaba viejas ofensas como si acabaran de ocurrir. Él trataba de olvidar aquello que pudo haberlos separada más de una vez. Continuaban unidos precariamente.

    Fernando Botero: Pintura

    Fernando Botero: Pintura

  15. Eran una pareja, gracias al esfuerzo dispar y no obstante coordinado de mantenerse juntos durante años. La felicidad de la relación había desaparecido mucho antes, para dejarles (en el mejor de los casos) la resignación a un desequilibrio imposible de mejorar.
  16. Ella suponía que el estar sufriendo la disculpaba de ser tan cruel con su pareja. El hombre terminó por darse cuenta que ella daba la bienvenida al dolor para tener una excusa que le permitiera maltratarlo.
  17. Se habían acostumbrado a estar juntos, como uno se acostumbra a un sillón usado, a todas luces raído, incluso bastante sucio. El afecto no escondía que la relación no ya ni la sombra de lo que había sido. Si la toleraban, era para no meterse en problemas mayores.
  18. Con frecuencia, experimentaba la sensación de que su relación de pareja dependía casi exclusivamente del esfuerzo que hiciera para no escalar las agresiones que recibía. Confiaba que con el tiempo la evidencia de su fortaleza convencería a la otra parte de renunciar al maltrato en el que incurría sin advertirlo siquiera.
  19. Uno de ellos se ha perdido en el mundo de los sueños, que solo puede ser oscuro y malvado. El otro sigue a su lado, pero sabe que no le será posible rescatar a nadie de sus fantasías, como creyó en el pasado.
  20. Deliberadamente se mienten el uno al otro. Con las mejores intenciones, se ocultan todo aquello que puede herirlos. Miran para otro lado para no ver aquello que podría separarlos. Van tejiendo una densa red de inexactitudes, que terminará por hacerles imposible la vida en común.
  21. Ella guardaba en su memoria las ofensas reales o imaginarias como si fueran un tesoro que tarde o temprano utilizaría en su beneficio. Él trataba de no derramar el basurero que inevitablemente se llena durante una relación, para no ensuciarse ambos.
  22. Se permitieron envilecerse en paralelo. No es que compitieran en demostrar quién se hacía más daño. Solo se abandonaban al mismo impulso destructor, con mayor dedicación que la demostrada por aquellos que intenta salir a flote.
  23. Prefirieron separarse, para no continuar viendo el historial de tantos fracasos propios, reflejado en los ojos de su pareja.

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