Entre las convenciones sociales no escritas, pero de todos modos obligatorias de nuestra cultura, se encuentra el elogio público y a veces exagerado de las mujeres, por los hombres que las conocen o no, y al hacérselo saber a ellas y otros testigos, demuestran no ser indiferentes a los atractivos del otro género. El piropo es una prueba de ingenio. Hay que atreverse a decirlo en voz alta, aunque no siempre se lo haya inventado.
¡Ay, qué curvas, y yo sin frenos! (Anónimo: Piropo español)