Es una verdad universalmente aceptada que un hombre soltero en posesión de una fortuna, debe estar en busca de una esposa. (Jane Austen)
Adán no tuvo que buscar pareja. Solo planteó la solicitud a su Creador y Yaveh se la suministró de inmediato, a partir de una de sus costillas y el barro que se encontraba en el lugar. La incertidumbre, también la excitación que experimentaron Giacomo Casanova y otros seductores masculinos (también la Moll Flanders de Daniel Defoe) de buscar pareja y no siempre encontrarla, o de no buscarla de ningún modo y sin embargo hallarla por todas partes, con una facilidad asombrosa, y a pesar de lo anterior no conformarse con lo encontrado, le estuvo negada al primer hombre. Lee el resto de esta entrada »